La escuela se ha convertido, en los últimos años, en un escenario en el que conviven aquellos que nacieron en medio de un ambiente hiper tecnológico (los alumnos) con quienes fuimos formados en tecnologías anteriores (los docentes). El último libro de Alejandro Piscitelli brinda algunas pistas para enfrentar tamaño desafío.
Artículo publicado en Prisma Sindical, publicación periódica del Sindicato Argentino de Docentes Privados (SADOP) Seccional Capital, Año 3, N° 11, Julio de 2009.
Artículo publicado en Prisma Sindical, publicación periódica del Sindicato Argentino de Docentes Privados (SADOP) Seccional Capital, Año 3, N° 11, Julio de 2009.
En un ensayo publicado en el año 2001, Marc Prensky acuñó los términos “nativos digitales” e “inmigrantes digitales”. Los primeros son aquellos nacidos aproximadamente después de 1980 y que han vivido en medio de un extraordinario y nunca antes visto conjunto de experiencias relacionadas con videojuegos, e-mails, mensajes instantáneos, teléfonos celulares, TV, comerciales -todo ello después de salir del colegio- y en menor medida, libros. Para Prensky, los nativos digitales son, entonces, una generación que está en mejores condiciones para acceder a la información y tomar decisiones rápidamente, que piensa más gráfica que textualmente, que asume la conectividad, que es más eficiente para la multitarea y el procesamiento paralelo y que está acostumbrada a ver el mundo a través de los lentes de los juegos y la diversión. En contraste, los inmigrantes digitales, dice Prensky, somos aquellos más viejos, que arribamos tarde a las orillas del mundo digital. Los inmigrantes digitales –continúa Prensky- vamos a retener siempre cierto “acento de inmigrante digital”, que puede ir desde imprimir los e-mails hasta preferir escribir con nuestros propios dedos antes que con los pulgares, y nunca entenderemos o usaremos la tecnología precisamente de la misma manera que lo hacen los nativos.
Esta oposición explica, en parte, la perplejidad que como docentes enfrentamos cuando estamos en el aula frente a un grupo de alumnos que mantienen con la tecnología una relación mucho más natural y cotidiana, mientras que muchos de nosotros, dependiendo de la edad y el acceso material a bienes y servicios, somos los inmigrantes digitales, que tenemos que hacer un esfuerzo enorme para adaptarnos a los cambios y hablar el mismo lenguaje que nuestros alumnos (o al menos entenderlo). En suma, “somos extranjeros en nuestra propia tierra”, y la escuela se vuelve un territorio ocupado por nuevas hordas de nativos que colonizan el lenguaje y transforman los hábitos sociales frente a los cuales muchas veces la institución se resiste.
Los docentes ante el desafío digital
En el recientemente publicado “Nativos digitales. Dieta cognitiva, inteligencia colectiva y arquitecturas de la participación”. Alejandro Piscitelli pone en duda estas afirmaciones al decir que no todos los adultos somos inmigrantes digitales y no todos los nacidos después de los ochenta son nativos digitales, ya que hay que tener en cuenta las diferencias de clase y la acumulación asimétrica de capital cultural y simbólico. Más allá de eso, en el capítulo 6 del libro, titulado “La alfabetización digital como nueva infraestructura del conocimiento”, Piscitelli sostiene que estas “mutaciones cognitivas”, sociales y culturales, están modificando el rol de la escuela, al punto que van emergiendo los denominados “polialfabetismos”, que marcan una avance de la educación informal sobre la formal. Para ello, el autor aclara que la tan mentada “alfabetización digital” no debe circunscribirse a la alfabetización informática –limitada a los conocimientos mínimos de manejo de equipamientos- sino que es algo mucho más amplio, ya que debe ser entendida como el dominio de las competencias digitales, por lo cual adquiere el status de infraestructural, de modo similar a las habilidades cognitivas que supuso la imprenta, por poner sólo un ejemplo. “Hoy el analfabetismo digital –sostiene Piscitelli- sigue siendo una tremenda barrera y obstáculo para el desarrollo cultural y social de la humanidad”, a la vez que advierte que –pese a su condición de nativos digitales- los chicos no aprenden solos frente a una máquina: “dejar a los estudiantes, cuando son novicios, que naveguen libremente en medio de experiencias muy ricas sin tutoría o guía llevará a malas generalizaciones”. Esto de algún modo derriba el mito tan instalado de que nuestros alumnos –por su condición de nativos digitales- “saben más de tecnología” que los docentes. En todo caso, habrá que analizar qué tipo de conocimiento tienen –no sólo el meramente instrumental ligado al consumo- y qué podemos aportar nosotros como docentes –en calidad de inmigrantes digitales- para enriquecerlo y matizarlo.
Referencias:
Piscitelli, Alejandro, Nativos digitales. Dieta cognitiva, inteligencia colectiva y arquitecturas de la participación, (Buenos Aires), Ediciones Santillana, 2009.
Prensky, Marc, Digital Natives Digital Immigrants, On the Horizon (MCB University Press, Vol. 9 No. 5, October 2001)
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