Comparto mi aporte, que prácticamente publicaron sin modificaciones.
Los niños sienten fascinación por las tecnologías digitales,
particularmente por las pantallas táctiles. Creo que esto es así porque recrean
la relación natural que los niños tienen con lo táctil. Desde muy pequeños
interactúan con libros que, además de letras y dibujos, tienen formas,
superficies, producen ruidos al ser apretados, los pueden manipular a su antojo
una y otra vez. Las pantallas táctiles aprovechan esa relación natural que los
niños desarrollan con este tipo de libros y disfrutan la experimentación, esta
vez enriquecida con sonidos, colores, imágenes animadas, videos, música…
Encuentran en las pantallas de las tablets o los smartphones un modo de saciar
su apetito voraz de imágenes y sonidos, de historias, con el agregado de que
pueden intervenir con mucha más libertad sobre ellas. Por ejemplo, mi hija de
tres años me pide la tablet para que busque videos en Youtube, y una vez que
encontramos el video que quiere, pide manipular la tablet por sí sola y recorrer
ella misma los videos de la lista de reproducción. Los niños entienden que la
propuesta de interacción con las interfaces digitales invitan a la exploración,
al autodidactismo, al ensayo y error. Esto sin dudas marca un cambio de época
en el modo en que los niños consumen contenidos en este tipo de pantallas. Si
bien siguen mirando sus programas favoritos en la TV, requieren de estos otros
dispositivos contenidos a medida, entienden que si ellos quieren ver algo que
se les ocurre en el momento, estos dispositivos se los provee.
El entretenimiento, para ellos, está íntimamente ligado a las pantallas móviles conectadas a Internet. Es un entretenimiento individual y personalizado, no en vano se trata de aparatos para ser consumidos en solitario, a diferencia de la TV tradicional, pensada para ser mirada en familia. La ecología de medios en el hogar se va poblando de estas pantallas individuales que permiten que cada miembro de la familia obtenga el contenido deseado en el momento deseado, por lo tanto, cuesta mucho más esperar y “compartir” estos dispositivos con el otro. En ese sentido, creo que uno de los desafíos más grandes en lo educativo, tanto para los padres como para los docentes de los niños, es enseñar a esperar y enseñar a compartir. Esperar el turno, esperar a que se cargue el video, esperar a que vuelva la conexión, y compartir los dispositivos con hermanos y compañeros. El “mío, mío…!” propio de esta edad cobra un nuevo sentido cuando se trata de dispositivos que invitan a ser utilizados en solitario. Mientras que la computadora o la consola de juegos permiten compartir y jugar con otros compartiendo el dispositivo –a través de teclados o joysticks- las pantallas táctiles pueden ser manipuladas por una sola persona.
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