Para celebrar sus 10 años, la red social propuso a sus usuarios que con sólo un clic creen su película de Facebook. Con una edición sencilla, el video empieza con una placa que dice “una mirada al pasado”. Luego, “te uniste en…”, indicando el año en que el usuario se sumó a la red social; y después, tres placas ilustradas con sus imágenes correspondientes, acompañadas en cada caso de la fecha de publicación: “tus primeros momentos”, “tus publicaciones que más gustaron” y “fotos que compartiste”. El video dura un minuto, termina con el célebre ícono “Me gusta” y es acompañado por música instrumental. Todos los videos son iguales, lo único que cambia, naturalmente, son los contenidos de acuerdo con los usuarios, pero las placas, la música y la edición se repiten. Inicialmente, era el propio software el que elegía las fotos y el orden en que se mostraban, en forma automática. Sin embargo, tras numerosas quejas por parte de los usuarios, el equipo de Facebook permitió habilitar la posibilidad de que cada uno seleccione las fotos que quieren que aparezcan en el video.
Luego de ver varias películas de Facebook, que en hace algunas semanas comenzaron a poblar los muros de la red social, inevitablemente surgen algunas reflexiones. En primer lugar, la constatación de que una vez más Facebook homogeniza los contenidos compartidos por los usuarios: todos los videos, todas las historias, todas las vidas… se parecen. La diversidad de imágenes, textos y relatos que al ser subidos a la red social son estandarizados por una interfaz básica y amigable bajo la metáfora de la conversación, son vueltos a homogeneizar, esta vez, con otra metáfora: la del video biográfico. claro que se trata de la biografía del usuario en Facebook. Entonces la red social se celebra a sí misma haciendo uso de los recursos que sus usuarios le entregan voluntaria y gratuitamente: fotos, información, participación. Les dice en tono paternal “tus primeros momentos” y mantiene ese registro durante todo el video. En otras palabras, Facebook nos dice quiénes somos, qué hicimos, y cómo nos ven los demás. Esto hace recordar a la película The Truman Show (Peter Wair, 1998), protagonizada por Jim Carrey. Sobre el final del film, Cristof, el creador del reality show que mostraba la vida de Truman en vivo las 24 horas, quiere evitar a toda costa que este deje el set y, por primera vez, rompe el protocolo y se dirige a él directamente e intenta persuadirlo recordándole que él como nadie conoce su vida, sus búsquedas y sus miedos. La diferencia con Facebook es que como usuarios sabemos que estamos compartiendo allí nuestra vida. Delegamos conscientemente en un software no sólo nuestros recuerdos sino el modo en que queremos que sean mostrados y relatados. Una costumbre de los cumpleaños es la de editar para el agasajado un video nostálgico con fotos acompañadas de música para reproducirlo durante la fiesta. Facebook retoma esta práctica y lleva la fiesta al interior de la red social, nos ahorra el trabajo de seleccionar las fotos y la música e impone un guión en el que los principales hitos de nuestra vida son las publicaciones que más gustaron y las fotos más compartidas. Facebook es el escenario, nosotros los actores, y el guión un algoritmo.
Luego de ver varias películas de Facebook, que en hace algunas semanas comenzaron a poblar los muros de la red social, inevitablemente surgen algunas reflexiones. En primer lugar, la constatación de que una vez más Facebook homogeniza los contenidos compartidos por los usuarios: todos los videos, todas las historias, todas las vidas… se parecen. La diversidad de imágenes, textos y relatos que al ser subidos a la red social son estandarizados por una interfaz básica y amigable bajo la metáfora de la conversación, son vueltos a homogeneizar, esta vez, con otra metáfora: la del video biográfico. claro que se trata de la biografía del usuario en Facebook. Entonces la red social se celebra a sí misma haciendo uso de los recursos que sus usuarios le entregan voluntaria y gratuitamente: fotos, información, participación. Les dice en tono paternal “tus primeros momentos” y mantiene ese registro durante todo el video. En otras palabras, Facebook nos dice quiénes somos, qué hicimos, y cómo nos ven los demás. Esto hace recordar a la película The Truman Show (Peter Wair, 1998), protagonizada por Jim Carrey. Sobre el final del film, Cristof, el creador del reality show que mostraba la vida de Truman en vivo las 24 horas, quiere evitar a toda costa que este deje el set y, por primera vez, rompe el protocolo y se dirige a él directamente e intenta persuadirlo recordándole que él como nadie conoce su vida, sus búsquedas y sus miedos. La diferencia con Facebook es que como usuarios sabemos que estamos compartiendo allí nuestra vida. Delegamos conscientemente en un software no sólo nuestros recuerdos sino el modo en que queremos que sean mostrados y relatados. Una costumbre de los cumpleaños es la de editar para el agasajado un video nostálgico con fotos acompañadas de música para reproducirlo durante la fiesta. Facebook retoma esta práctica y lleva la fiesta al interior de la red social, nos ahorra el trabajo de seleccionar las fotos y la música e impone un guión en el que los principales hitos de nuestra vida son las publicaciones que más gustaron y las fotos más compartidas. Facebook es el escenario, nosotros los actores, y el guión un algoritmo.
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