Con el título “Recalculando.
La educación virtual en la Universidad”, UNSAM Digital organizó el
pasado 4 de julio una jornada dedicada a reflexionar sobre los desafíos de la
virtualización de la educación en el nivel superior, con expositores tales como
Carina Lion, Débora Schneider, Marta Mena, Horacio Santángelo y María Teresa
Lugo.
Columna en Radio Ahijuna Parte 1 (04/07/2013)
Columna en Radio Ahijuna Parte 2 (11/07/2013
El jueves 4 de julio participé con mucho interés de esta
jornada dedicada a la educación virtual en la universidad. En las líneas que
siguen destaco algunos de los aspectos que más me llamaron la atención y que
tienen que ver con las preguntas que siempre nos hacemos acerca de las posibilidades
y desafíos que nos traen las TIC a la enseñanza, en este caso particular, en el
nivel superior.
En
primer lugar, uno de los temas recurrentes en tiempos de innovación tecnológica
es hasta qué punto las herramientas están
“corriendo” a la pedagogía. Hablando de modelos pedagógicos en la
virtualidad, Horacio Santángelo (UNQUI,
UTN) se preguntaba “¿El diseñador de sistemas de aprendizaje es el que debe
diseñar un modelo de aprendizaje?”. En esto coincidía Carina Lion (UBA) cuando decía que “muchas veces los docentes
piensan su propuesta didáctica de acuerdo a lo que ofrece el campus virtual”. Y
en esto hay un dato llamativo, que aportó Débora
Shneider (UNQUI) como fruto de un relevamiento a nivel nacional que hizo el
año pasado la RUEDA (Red Universitaria de
Educación a Distancia Argentina): el 80% de las universidades públicas que
incorporaron oferta virtual (ya sea en grado, pregrado o posgrado y que alcanza
al 90% de las universidades) utiliza una misma plataforma educativa: Moodle. Schneider sostuvo que si bien
esta plataforma es adaptable a muchas situaciones, “ha delimitado las
oportunidades de innovación: cuando un docente piensa su enseñanza virtual la
arma en Moodle, no en la virtualidad”.
Otro
tema muy presente en la jornada fue el de las resistencias institucionales a la virtualización. Esta cuestión atraviesa
varios aspectos: por un lado, lo que tiene que ver con la organización y las condiciones
edilicias de las universidades. Al respecto, Schneider señalaba: “en la UNQUI –universidad
pionera en enseñanza virtual en el país- las aulas virtuales tienen 50
estudiantes, ¿por qué?, porque las aulas presenciales tienen 50 estudiantes, ¿y
por qué?, porque el arquitecto las diseñó así”. Por su parte, Marta Mena (UTN) sostuvo que hay
quienes defienden “la sacralidad del aula presencial: cualquier modelo que
ponga en cuestión esto tan central de la universidad como es el aula, provocará
tensiones”, y en ese sentido afirmó que esto debe ser abordado desde las
universidades con decisiones políticas. Asimismo, Mena afirmó que “el camino a
la virtualización va a impactar en lo curricular”, porque “los docentes se sienten
interpelados por sus alumnos” con este tema, pero aclaró: “no se trata sólo de
incorporar una tecnología sino de repensar todo el plan curricular”.
Por otra
parte, Mena y Schneider coincidieron que hace
falta adecuar los marcos regulatorios para evaluar las iniciativas de educación
virtual en las universidades (la 1717 de 2004 es la normativa actual). Schneider
indicó en ese sentido que se deberían evaluar las universidades, y no las
carreras. Esto es así ya que en nuestro país se trata en todos los casos de
universidades bimodales (presenciales y virtuales a la vez). Dado que son instituciones
de la bimodalidad, “son las instituciones las que piensan cómo garantizan la
enseñanza y no las carreras”, sostuvo, y puntualizó que “los criterios no deben
ser estandarizados con antelación, sino que hay que escuchar qué tiene para mostrar
y explicar cada universidad”.
Respecto
de los cambios que se están dando en el
proceso de enseñanza y aprendizaje, Carina
Lion se preguntaba “¿cómo están aprendiendo los jóvenes hoy y cuál es el
lugar de las tecnologías en esa experiencia?”, y en ese sentido sostuvo que “hay
un aprender en la experimentalidad: los
alumnos experimentan con las tecnologías más que nosotros, y esto nos debe dar
un foco para revisar nuestros propios procesos docentes en la experimentalidad,
de probar cosas con las tecnologías”, y comentó algunas experiencias de trabajo
con “narrativas expresivas”.
Por último,
María Teresa Lugo (IIPE UNESCO)
trazó un panorama somero sobre el estado de la cuestión de las políticas de
innovación tecnológica en la educación, y sostuvo que “la mayoría de los países
de Latinoamérica está teniendo programas de innovación tecnológica (no sólo Programas
1 a 1)”, y que algunas “racionalidades” prevalecen sobre otras a la hora de
definir estas políticas: “muchas veces se ve exclusivamente del lado del
mercado o las empresas tecnológicas –sostuvo, por ejemplo las denominadas competencias del siglo XXI se visualizan
desde lo que necesita el mercado de trabajo, y no se ven tanto como habilidades para ser un ciudadano”. Finalmente,
señaló que en la región hay una preocupación generalizada por la repitencia y
la deserción, y sostuvo: “la mitad de los estudiantes que abandona el sistema educativo
en Latinoamérica no lo hace por motivos de pobreza“, sino que hay una desconexión
con lo contemporáneo, una falta de relevancia curricular de lo que enseñamos. Remarcó
en ese sentido que “hay una brecha importante que es la brecha de expectativas
entre lo que los estudiantes están esperando y lo que el sistema les está
ofreciendo”, a la vez que “la brecha del acceso se está corriendo a la brecha
del capital cognitivo para utilizar esas tecnologías, es decir, usos genuinos
vinculados con la apropiación y conocimiento relevante”.
Para
cerrar, me quedo con las palabras de Santángelo cuando, citando al catedrático
español César Coll, destacaba el caso de Finlandia por tener el mejor modelo
educativo del mundo: “la transformación del sistema educativo finlandés –señalaba
Coll- empezó hace 40 años”. En ese sentido, Santángelo destacó: “el rasgo clave
de este modelo es el tiempo”. Entonces, cabe reflexionar que los cambios que
estamos empezando a avizorar ahora son apenas una parte de un proceso que
recién empieza. Necesitamos políticas sostenidas en el tiempo, medidas que
apunten a la gradualidad y un estado de ánimo que aquiete sus ansiedades y apueste
a que los verdaderos cambios se verán a largo plazo.
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