miércoles, 24 de febrero de 2010

La educación en un mundo desigual

A mi regreso del viaje a París, en diciembre de 1999, preparé el material de los distintos representantes de UNESCO que tuve el agrado de conocer -y que posteé por separado más abajo- y preparé este artículo que intenté publicar, sin éxito, en algún diario nacional. Hoy, diez años después, al releer esta nota encuentro que las brechas aún siguen existiendo, y que la educación sigue siendo el agente que puede reducirlas.

Cómo proveer de agua a Ruanda o cómo enseñar a usar Internet en la escuela tienen el mismo carácter de desafío para la actividad educativa:  en los sistemas de enseñanza formales y en el aprendizaje informal, la clave está en encontrar utilidades verdaderas a los conocimientos adquiridos, sin perder de vista los condicionamientos sociales y económicos. La siguiente nota muestra las actividades que en este sentido desarrolla la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).


La tecnología en la educación informal

Marc Gilmer es el Director de Acción Global en el programa Educación para Todos, uno de los emprendimientos más importantes de la Unesco, especialmente en la atención a países en vías de desarrollo. Su actividad estuvo centrada en países como Laos, Mongolia, Haití, Ruanda, con objetivos diferentes a los de la escuela tradicional, pero con una meta en común: educar para mejorar la calidad de vida y optimizar los recursos disponibles.

Uno de los proyectos más interesantes se desarrolla en Haití: consiste en la edición de 12 videos de unos 15 minutos en los que se explica en un lenguaje claro y directo el aprovechamiento del agua, cuero, metal, cemento, frutas, y técnicas como la alfarería o el uso de pequeñas máquinas. El fin de esos videos es, en primer lugar, valorar los saberes populares enraizados en las costumbres más ancestrales de las comunidades. En segundo lugar, promover el uso de la tecnología y los recursos disponibles para mejorar la calidad de vida.

El caso de India es aún más interesante: las mujeres filman sus propias películas con la supervisión técnica de la Unesco. Ellas mismas manifiestan que prefieren que sus experiencias tradicionales no sean registradas por extranjeros. Y cuando la comunidad se ve reflejada en esos videos, cobran aún más valor sus costumbres y sus prácticas cotidianas. Pero este tipo de trabajo no sería tan innovador si no fuera por el intercambio que se trata de establecer. Gilmer cuenta que "en Ruanda las montañas están a miles de metros de altura, y los habitantes no tienen incorporada la tecnología del bambú, como sí la tienen en Asia, donde trasladan el agua fresca por muchos kilómetros con bambú. Tienen una tecnología extraordinaria que puede ser compartida". El trabajo de la Unesco se vuelve crucial a la hora de fomentar el intercambio de experiencias para mejorar la forma de vida, en lugares donde no hay electricidad ni se cuenta con la tecnología de los países desarrollados.


Cambio de hábitos

Un desafío que se impuso la Unesco es tratar de modificar las costumbres que atentan contra la salud de los habitantes de las comunidades. Tal es el caso de la escisión que se les practica en los genitales a las mujeres del Africa, o los tabúes en torno a la alimentación de las embarazadas en Laos. El rol de los agentes de la Unesco se convierte entonces en un reto: ¿cómo mostrar que algo se puede cambiar sin ser considerados intrusos? ¿Cómo respetar las costumbres pero inducir a cambiarlas?. En estos casos, primero se debe escuchar, y con toda diplomacia explicar que algunas de las costumbres se tendrían que modificar por el bien de los miembros de la comunidad: "nosotros no queremos imponernos, pero queremos llevar a la gente a que vea, a través de la ventana, qué está pasando afuera", destaca Gilmer.

Tanto el cambio de costumbres perjudiciales como la utilización provechosa de la tecnología tienen un factor en común: el intercambio: "todos hablan del conocimiento moderno, que está bien organizado, que lo podemos compartir a través de laboratorios, universidades, correo electrónico, etc.; pero el conocimiento tradicional probablemente no es conocido, no es técnicamente registrado, ni tampoco intercambiado", dice Gilmer. Sin embargo, este intercambio debe ser cuidadoso para respetar las costumbres de cada comunidad, hay que dar un tiempo para que esa práctica sea reapropiada por la gente, y que ella misma la considere válida.


La tecnología en la educación formal

En los países desarrollados se habla de tecnología aplicada a la educación como uno de los logros más importantes de las últimas décadas. Pero ¿cómo se aplica esa tecnología? ¿Con qué fines y objetivos, desde que pre-conceptos?. Francisco Seddoh, originario de Togo, Africa, es el Director de la División de Enseñanza Superior de la Unesco, con sede en París. Él dice que la tecnología ha cambiado drásticamente el ambiente de la educación, pero la educación no ha usado a la tecnología como herramienta: "los maestros deberían enseñar a los alumnos no a memorizar gran cantidad de conocimiento, sino cómo encontrar ese conocimiento, disponible gracias a la tecnología. De esa forma estaremos manipulando la tecnología, no siendo manipulados por ella".

El nuevo ambiente creado por la tecnología consiste en que ésta puede estar en el centro de la transmisión del saber. Sin embargo, nos encontramos con una dificultad a corto plazo: "es necesario usar esa tecnología como material de enseñanza, y eso requiere un entrenamiento especial que la mayoría de los maestros no tienen", dice Seddoh. Esto implica un desafío para los maestros, que tienen una diferencia generacional con los alumnos, porque estos últimos crecieron con la tecnología, cuando los primeros accedieron a ella en una edad tardía: también influye en la velocidad de comprensión de toda la información que, por caso, se puede extraer de Internet. Parece ser que los maestros y los alumnos esta vez se encuentran en pie de igualdad frente al conocimiento. El mismo no estaría centrado ni sería administrado por el profesor, sino que estaría allí afuera, en la red, en las enciclopedias en CD Rom, en los libros.
Partir de la base de que todos tienen acceso a Internet sería desconocer que existe una variable económica.


La brecha tecnológica

El problema a largo plazo que tiene la educación es bien descrito por Seddoh: "esta civilización tecnológica crece en forma muy rápida en los países industriales, pero en los países en desarrollo la mayor parte de esa tecnología no puede estar en la escuela. La tecnología se ha convertido en una de las formas por la cual se agranda la brecha entre los países desarrollados y el tercer mundo". La solución no sería proveer de computadoras a todas las escuelas de los países pobres, el tema es quién las provee: "para usar tecnología hay que desarrollar software, y ese software está mayormente producido en países desarrollados, entonces los países en desarrollo sólo serán consumidores de esa tecnología. Nosotros debemos ayudar a esos países a producir software para educación". Volvemos a la cuestión tan mentada sobre si la tecnología es buena o mala. La clave está en el dueño de esa tecnología, quien detenta el poder de usarla y los fines que persigue. Para no caer en una mera repetición de modelos foráneos, la verdadera educación deberá ayudar a pensar alternativas, a innovar. Al respecto Seddoh dice "la tecnología nunca puede concebir al hombre que está detrás de ella", pero podemos educar a todos los hombres para que hagan un uso de la misma de acuerdo a sus necesidades, para poder planificar y organizar sus vidas sacando provecho de los adelantos técnicos.


El mito de Internet

Una alta proporción de la clase baja de los países europeos tiene acceso a las computadoras. Y en Francia, donde está la sede de la Unesco, ya están distribuyendo computadoras sin costo alguno, sólo hay que asociarse a Internet por 25 dólares mensuales. Al mismo tiempo, el gobierno impulsó un proyecto para dotar de computadoras a todas las escuelas, y fue un fracaso total. Caeríamos en un grave error si creyéramos que la red de redes solucionó el problema de la educación enciclopedista que hasta el día de hoy se percibe en algunos programas de estudio de la educación media o universitaria. El hecho de que toda la información esté ahí, y que no sea necesario memorizarla se transforma en un desafío más apremiante, tanto para alumnos como para profesores: ¿Dónde está lo importante? ¿Qué es lo verdadero? ¿Qué es lo que no sirve?. Gabriel Carron es Coordinador del Programa Senior del Instituto Internacional de Planeamiento Educativo de la Unesco. Su visión agrega un dato novedoso a la relación entre la escuela e Internet. Carron dice: "me pregunto qué puede hacer la escuela en cuanto a Internet. Yo veo a mis hijas, que usan la red, y veo que todo lo que aprenden en la escuela sobre computadoras no es interesante, porque aprenden mucho más solas, hay un fortalecimiento del aprendizaje informal a través de la computadora". ¿Qué puede hacer la escuela con la red de redes? Según Carron, no mucho: "lo que sí puede enseñar la escuela es a desarrollar un análisis crítico de la información". Volviendo al concepto de reapropiación, los alumnos necesitan su tiempo para convertir ese conocimiento en algo utilizable. Y la tarea del educador consistirá en orientar en un primer momento a los estudiantes para que sepan dónde hallar ese dato.


Dónde poner el acento

La educación informal en lugares tan alejados como el Africa Popular o los cursos que se dictan en una escuela de Estados Unidos comparten un error histórico: cuando se pone el énfasis en el primer eslabón de la cadena comunicacional: el emisor. Creer que una tecnología funciona porque así lo hizo en un país en otra oportunidad, encierra una grave falencia, porque no se está respetando la idiosincrasia de esa comunidad, o no se tienen en cuenta las condiciones sociales o económicas. Si queremos que una aldea de Ruanda utilice la computadora, habría que preguntarse si antes no necesita otras cosas más importantes, como lograr que el agua fresca llegue a ese lugar. Con otros matices, lo mismo puede suceder en el sistema formal de un país que cuenta con todos los adelantos del siglo XXI: ¿nos podemos quedar tranquilos si las generaciones más jóvenes acceden a una página web neonazi, sin conocer el pasado histórico que llevó al extermino judío?. 

Entonces se hace necesario conocer los efectos que puede producir esa información, y los usos que se puede hacer de ella. El acceso a todos los medios no puede reemplazar la voluntad de manejarlos de acuerdo a necesidades específicas, y la existencia de modelos predeterminados no puede excluir la innovación y las alternativas. Entonces la tarea educativa, tanto en un lugar como en otro, será enseñar a pensar cómo se puede vivir mejor con la tecnología disponible, como poder acceder a mejor tecnología, pero no importada desde afuera (con todo lo que ello implica), sino desarrollada de acuerdo a las ideas propias de un país que lucha por un lugar en un mundo que se vuelve cada vez más competitivo. 

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