viernes, 10 de junio de 2011

La Revolución Virtual (cuarta y última parte)

Marshall McLuhan
La cuarta y última parte de este excepcional documental de la BBC de Londres se titula “Homo Interneticus”, en clara alusión al Homo Sapiens (y para nosotros, al Homo Videns del apocalíptico Giovanni Sartori). La pregunta principal es de qué manera Internet está produciendo una nueva cultura y un nuevo hombre. Es por eso que arranca con la generación web en países como Corea del Norte, donde se registran graves casos de adicción a la web.


Nuevamente se hace blanco en Facebook, y Alex Krotosky, la conductora, se pregunta por la razón de la popularidad de esta red social. Justamente, su poder aumenta con la cantidad de usuarios que se suman, una especie de ciclo virtuoso que no cesa, un flujo de comunicación que llegó a su punto culminante cuando Facebook impuso –aún a costa de la furia de muchos usuarios- las actualizaciones de estado. De este modo, todos se enteran de qué estás haciendo en la red sin necesidad de ir a visitar los perfiles de cada uno. Vendría a ser la revolución dentro de la revolución, donde la privacidad queda aún más arrinconada en medio de toda la exposición que viven los usuarios, en tiempo real. Y aquí las palabras de Sherry Turkle –quien fuera la primera psicóloga que analizara los efectos de las nuevas tecnologías sobre la subjetividad, con libros importantes como “El segundo yo” o “La vida en la pantalla”, que analizaba los juegos de rol en la red allá por los años 80´y 90´. Turkle reflexiona sobre la imposibilidad de “vivir la vida de Facebook”, como si la red consumiera la vida del usuario, que no vive de por sí sino que tiene una experiencia simulada en la pantalla, tan abarrotada de información que es como si estuviera viviendo varias vidas a la vez. La conclusión entonces es que la tecnología que creamos nos consume la vida, nos supera largamente, no nos alcanza el tiempo de nuestra vida para vivir la vida que propone la red social, que requiere de actualizaciones constantes, de estar posteando todo el tiempo en diversidad de plataformas, de responder a innumerables “obligaciones” y demandas de la vida virtual.

Pero aparece otro tema: hasta qué punto las amistades son tales en la red. Y para graficarlo, un ejemplo gracioso: un grupo de usuarios propuso dar de baja a 10 amigos en Facebook a cambio de una hamburguesa gratis, y los resultados aparecieron rápidamente, lo cual nos hace reflexionar sobre el peso relativo de un vínculo en la red. El documental acude aquí a Dunbar, un científico de la Universidad de Oxford que estudió la sociabilidad de los primates hasta determinar un número de miembros ideal que debe tener una tribu o grupo. El “número Dunbar” (así se lo llama), creado en 1992, indica que los primates, y también organizaciones humanas como las  militares, las aldeas o las tribus, se manejan generalmente con un máximo de 150 miembros. Entonces, ¿qué significa tener 10.000 amigos en Facebook, cuando –según un estudio de la BBC- los usuarios en el Reino Unido tienen vínculos regulares con sólo 5 o 6 de sus contactos?. La respuesta la da el mismo Dunbar: “la minoría son relaciones, la mayoría son voyeurs”. Esto justamente nos da una clave: justamente el flujo de Facebook, el hacer amigos, tiene que ver con este impulso primitivo del voyeur, quien quiere saber sobre la vida del otro, aunque a veces le moleste exponer su propia vida. En otros casos, la función de voyeur es al revés: hay quienes gustan de exponer sus vidas privadas como si se tratara de celebrities.

Una cuestión también interesante es el problema de la sobrecarga de información, y para resolverlo, se cita los casos de Tim Berners Lee y su creación, la World Wide Web, y Vannebar Bush y su Memex, basados en la idea del pensamiento asociativo, del modo en que funciona el cerebro humano, a través del hipertexto. En ese sentido, el documental muestra un estudio experimental de David Nicolas, de la Universidad de Stanford, quien establece dos categorías de usuarios de Internet: los zorros, que se manejan con el pensamiento asociativo y saltan de un lugar a otro en la red, y los erizos, quienes desarrollan una lectura concentrada y lineal. En forma exclusiva para ese programa, Nicolas hace el estudio con 100 personas de distintas edades y etnias, y determina que la generación web es preponderantemente zorro. A modo de cierre, se escucha una vieja grabación de Marshall McLuhan, dando pie a una de las conclusiones más importantes: el pensamiento asociativo y la sobrecarga de información modifican nuestro modo de pensar. En ese sentido, llama la atención la alusión que se hace a la política 2.0, citando el caso de la campaña de Barak Obama, quien contó entre sus filas al N° 2 de Facebook, y que gracias a una agresiva comunicación a través de las redes sociales provocó el acercamiento de los jóvenes a la política. Esto demuestra el poder de la red de enlazar cosas y de fomentar el espíritu colaborativo, y significa la gran diferencia con los medios tradicionales, la viralidad frente a la pasividad. Para cerrar, Al Gore afirma con optimismo que “estamos viendo emerger un nuevo cerebro global”, mientras que otros, un tanto más cautos sostienen que “la web es espejo de la naturaleza humana, para lo bueno y lo malo”. Más allá de estas posturas, todos podemos coincidir que estamos en el principio de la historia, la web sólo tiene 20 años y tiene mucho por delante. Veremos cómo evoluciona. Veremos cómo le daremos forma.


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